sábado, 11 de abril de 2009

Comportamientos Cíclicos


Se acaba la Semana Santa. Se terminan los días de pasión, de vigilia, de recogimiento. La Televisión vuelve a emitir la programación de siempre, sin películas histórico-religiosas, la gente ya empieza a estar pendiente de la liga, que si el Barcelona, el Real Madrid, de todos los demás deportes; y ya hasta otras fiestas en la que como autómatas nos sumergimos y nos transformamos.

Si nos fijamos bien, parece que nuestra forma de vivir, nuestro comportamiento, viene determinado por cuatro acontecimientos a lo largo del año. Igual que éste se divide en cuatro estaciones, nosotros nos mimetizamos con la fiesta o lo que nos toque en cada ocasión, de ahí el paralelismo, pues también son cuatro las ocasiones en que hacemos un pausa en nuestra rutina, para empezar otra, que no sé si será sentida, si la hacemos por convicción o por tradición; pero el caso es que la hacemos.

Por seguir un orden, empezamos por la Semana Santa. Sacamos la parte creyente que durante el año tenemos aparcada, hacemos la vigilia recomendada, y nos emocionamos cuando contemplamos las procesiones al ver la conjunción que se forma entre lo divino y lo humano. Parece como si un halo mágico nos envolviera mientras que el Paso se muestra delante de nosotros y oímos aquello de “Al Cielo con Ella”. Termina la semana, y volvemos a convertirnos en paganos de a pie.

Seguimos con las vacaciones anuales, que no son fiestas religiosas, pero que nos marcan también un antes y un después de nuestro proceder. Nos abandonamos al horario arbitrario, las comidas sin horas previstas, salidas intespectivas, en definitiva, hábitos que sólo se pueden tener en esas fechas porque durante los demás días estamos encorsetados en un horario laboral que no nos lo permite. Terminan las vacaciones, nos sumimos en una tristeza que dura unos cuantos días, y volvemos a ser la persona rutinaria y conformista de siempre.

Llegan las Fiestas del día de los Difuntos y la de Todos los Santos. Y nos transformamos en personas compungidas que recuerdan con mucha intensidad a sus seres queridos que ya no están, y eso se plasma en visitas a los cementerios y en gastos extraordinarios en flores, las tumbas engalanadas, y un sentimiento de pena y añoranza que envuelve todo el Campo Santo. Pasan esos días, y ya el recuerdo es más leve, y hasta el próximo año, pues la gran mayoría no vuelve a visitar a sus familiares difuntos.
Esta fiesta para nosotros, los de Ceuta, está acompañada por la Mochila, día en que es de precepto ir al campo para celebrarlo, así que otra tradición más que cumplimos, unos porque les gusta, y otros porque se lo imponen.

Y ya por último, llegan las Navidades con su fin de Año y la festividad de los Reyes Magos. En estas tiramos la casa por la ventana. Desde convertirnos en buenísimos compañeros, solidarios con todo lo que nos ofrezcan, hasta gastar todo lo que se pueda y más, en regalos para la gente que nos importa o con la que tenemos obligaciones. Acaban las fiestas, y la solidaridad la guardamos hasta el próximo año. Y vuelta a empezar.

Nuestras vidas, se parecen a una noria de un parque de atracciones. Te montas, te vas parando por diferentes alturas, y vuelves al principio otra vez, al punto donde te montaste. En nosotros está el no hacer de nuestra existencia, una mera rutina marcada por ciclos. Deberíamos hacernos un estudio introspectivo y ver que es lo que de verdad somos, lo que sentimos y lo que queremos hacer, sin nada que nos programe de antemano, sino lo que de verdad nos apetezca. Conseguiríamos ser un poco más Felices y conocernos mejor a nosotros mismos. ¿Será posible?...

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