lunes, 15 de junio de 2009

Padres e Hijos





Otra vez estoy triste. Y es que la realidad es triste. Después de días de mucho movimiento siguiendo los aconteceres políticos tanto de mi ciudad como del resto de España, vuelvo a la cotidianidad, y eso incluye mis ratitos con el ordenador. Veo que hoy me han vuelto a reenviar un e-mail titulado: Hijos. Y hoy otra vez, nuevamente, he llorado viéndolo. Son de esos mensajes que por mucho que los veas, siempre te toca la fibra sensible por lo que de realidad tiene. Se trata de imágenes en las que se ven a diferentes ancianos explicándoles a los hijos, la importancia que tiene la comprensión para cuando les llega el momento de perder facultades y todo lo demás...


Y es que es muy duro observar como van envejeciendo nuestros padres. Un día nos damos cuenta que por enfermedad, por algún accidente, o simplemente por vejez, esos padres en los que nos apoyábamos, han perdido su autonomía y pasan a depender de nosotros para poder vivir. Entonces, cuando el problema ya es inevitable, nos surgen las preguntas de ¿Y ahora qué hago?, ¿ Cómo puedo atenderlos?. No tengo tiempo, ni dinero para tratamientos largos... Afrontar la situación de dependencia de ellos, nos provoca miedo y reacciones múltiples.


Los queremos tanto, que no soportamos que estén enfermos y que sean dependientes, por lo que a veces sentimos una sensación de frustración que nos convierte en intolerantes y críticos, y esto hace que suframos, pero lo peor es que también hacemos sufrir. Todo esto es normal, pienso que le pasa a todo el mundo, no creo que seamos malos hijos por estar confuso, o por no saber actuar. Es como ponernos a prueba. Si ya no se valen por sí mismos, tenemos que manifestarles nuestro amor porque es tanto o más importante que la atención física.


No podemos ni debemos morirnos de pena, porque eso no va a cambiar nada, todo lo contrario, tenemos que aceptar las cosas como son, no nos queda otro remedio. Así nos convertimos en testigos de lo inevitable. Y también debemos evitar que nuestra energía sea negativa porque la necesitamos para hablarles, acariciarles, y sonreír con ellos, recordando todo lo bueno que vivimos en el pasado.


Lo más duro es ir preparándonos para el adiós. Por eso el que nuestros padres puedan envejecer a nuestro lado, es una oportunidad para devolverles aunque sea en una mínima parte lo que ellos hicieron por nosotros. Así superamos mejor la pérdida porque tenemos la sensación del deber cumplido y la conciencia tranquila.


Como dije al principio, cuando se reflexiona sobre este tema, hay motivos para estar triste. Pero también sé que se me pasará y vendrá otro día mejor...

0 comentarios:

 
;